Resulta curioso observar a las personas de nuestro alrededor. De pronto, todo el mundo habla, todo el mundo opina, todo el mundo sabe de todo y, lógicamente, todo el mundo se queja. ¡Qué cosas tiene la vida! Cuánta hipocresía y cuánto disfraz he observado en, en penas, unas horas.
Sanidad, educación… ¿recortes?, Corrupción, robos… Qué injusticia, ¿verdad? Todos hablan, todos comentan… pero realmente, ¿Cuántos de vosotros estabais el sábado en la manifestación en contra de los recortes de educación? ¿Cuántos de vosotros estaréis en la manifestación de esta tarde para luchar por nuestros derechos? ¿Cuántos de vosotros dejaréis vuestros “quehaceres” durante unas horas para luchar por aquellas cosas de las que tanto habláis y de las que tanto os quejáis?
Si de verdad todas las personas de las que he leído comentarios, escritos, estados, blogs, entre muchos otros, hiciesen lo que dicen, os aseguro, que no habríamos llegado a este punto. Supongo que hemos tenido que llegar aquí para que, en general, las personas reaccionen.
Sin embargo, nunca es tarde, ¿no? Ojalá todas estas personas, realmente, piensen y sientan lo que dicen y, por un momento, se preocupen por el mundo en el que nos encontramos y hagan algo por cambiarlo.
Al fin y al cabo las palabras se las lleva el viento y yo, personalmente, soy de las que prefiere decir un poco menos y hacer un poco más.